Software de código privado, abierto y ansiolítico

Software de código privado, abierto y ansiolítico

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Como veterano usuario y parte de proyectos de código abierto, gratuitos y/o respetuosos con la privacidad; vengo observando cierta tendencia al maximalismo en una buena parte de la comunidad involucrada -en mayor o menor medida- en éste tipo de temas. Críticas a Mozilla, Bitwarden, Protonmail, Kiwi, Brave, Fairmail y un largo etcétera por introducir o dejar de lado tal o cual característica, no liberar todo el código, tener opciones de pago, demora en las actualizaciones, no hacer caso a la comunidad, colaborar con ciertas empresas o personas e incluso por alguna declaración de sus representantes. Ésto, que entra de lleno en la libertad de opinión, no debería suponer mayor problema de no ser porque, en algunos casos, se está juzgando al proyecto por causas totalmente ajenas a él, criticando a quienes lo usan o alentando directamente a su boicot.

Resulta obvio que a una inmensa mayoría de usuarios, nos gustaría que la práctica totalidad del software que utilizamos fuera gratuito, de código abierto y con constantes actualizaciones y desarrollos. Escrupulosamente respetuoso con la privacidad, absolutamente configurable, que permita ser auto hospedado y a ser posible multiplataforma. Y desde luego que hay programas o aplicaciones que reúnen todo o buena parte de ello. El problema surge cuando concurren uno o varios de los supuestos citados al principio del artículo (criticas a).

No me estoy refiriendo a que un programa se publicite como FOSS (código libre y abierto) cuando tan sólo lo sea un 20%. Que se defina como respetuoso de la privacidad y adjunte 50 tracks. Que se diga gratuito y todas las funciones relevantes sean de pago. O que presuma de escuchar a la comunidad y luego bloquee cualquier crítica por constructiva que sea. Todo ello serían casos flagrantes de incumplimiento de promesas cuando no de fraude directo.

Me refiero al dolor de ojos que me produce leer diatribas salvajes contra Bitwarden por un error en una de sus actualizaciones. Que se deje de utilizar Fairmail porque su desarrollador no es especialmente «friendly» o a Protonmail por que su CEO ha dicho ésto o aquello. Boicotear a Mozilla por acuerdos con tal o cual empresa. Echar pestes del navegador Quetta por retrasar su constitución en código abierto o del navegador Lemur por ser chino. Machacar al desarrollador del navegador Kiwi por dejar el proyecto y recomendar Edge Canary. Pedir eliminar como seguro el servicio de almacenamiento en la nube de Filen (hasta 40 Gb de espacio gratuito y cifrado) porque se retrasa en mostrar auditoría. Criticar al correo de Tutanota porque cierra las cuentas que no se usen en seis meses ¡pese a avisar de ello!. Y así podría seguir con bastantes más programas/servicios.

Y llegamos finalmente a los dos conceptos básicos que pretendo transmitir:

  1. Toda crítica debe ser bienvenida siempre y cuando tenga un contexto y mantenga unas mínimas formas.

  2. Al igual que hay aplicaciones y servicios claramente definidos como abiertos o privativos; existen de otros que, por diversos motivos, pueden transitar entre ambas políticas.

Considero que mucha gente vive instalada en un puritanismo conceptual donde exige que cada aplicación o servicio que en algún aspecto se defina como libre, abierta, gratuita, etcétera, cumpla al dedillo todo el decálogo que personalmente considere aplicable en cada supuesto.

No contempla que pueda tener opciones gratuitas y de pago. Parte de código abierto y parte de código cerrado. Respete la privacidad pero solicite permiso para algunos socios que contribuyen a su financiación. Reitero: todo ello informado de forma transparente y accesible.

Tengo la sensación que se desprecian y socavaban muchas aplicaciones y servicios, no tanto por su utilidad o desempeño, como por el hecho de cumplir de forma absoluta o relativa ciertos marcos teóricos. Creo que hay mucha ansiedad por parte de ciertos espacios relacionados con el código abierto y la privacidad que acaba redundando de forma negativa en muchas personas que, bien se acercan a ellos por primera vez o bien buscan mejorar dichos aspectos sin ver perjudicada su experiencia de usuario.